En todos los pueblos del mundo, existen historias y mitología religiosas,
fundamentándose los mismos en dioses cuyas vidas realizadas, según cuentan esas
leyendas de los distintos lugares de la Tierra, intervienen directamente en el
desenvolvimiento cultural, material y religioso, en cada una de estas regiones de África.
Se dice en estas leyendas, que muchos de estos dioses vinieron a la tierra enviados
directamente por Olofin (dios), como avatares o sea no nacidos de mortales, para
ordenar y hacer cumplir los mandatos del altísimo en el plano de la tierra.
Tomemos por ejemplo, lo que nos dice la historia sobre la mitología de los dioses
griegos, los cuales existieron antes de la venida de Jesucristo, tales como Neptuno (rey
de las aguas del mar), Júpiter (rey de las aguas de lluvia), Tor (rey de la guerra y el
fuego), Apolo (rey de la belleza) y de otros tantos dioses más.
Acordes con esto llegamos al África, donde según más datos mitológicos, contamos con
avatares, dioses descendientes directamente de OLOFIN, (DIOS) conocido entre los
católicos, los cuales fueron obtenidos de aquellos africanos que vinieron a Cuba en pleno
siglo XVI, época en que estaba en su apogeo la llamada trata de esclavos.
Estos africanos, separados a la fuerza de su país de origen, fueron traídos y vendidos en
Cuba a los amos. Que eran unos señores dueños de grandes haciendas y latifundios, los
cuales sometían a dichos esclavos a los más rudos trabajos y maltratos e inclusive eran
dueños de sus vidas.
A tal extremo llegaron estos abusos que los esclavos formaron comunidades entre ellos
de una misma región, para celebrar sus ritos religiosos y poder aclamar por sus dioses
un alivio de sus sufrimientos.
De esta manera se fue expandiendo este culto religioso de los dioses africanos por todo
el país hasta invadir casi la totalidad de la población criolla de Cuba. Rito que a través de
los años ha ganado adeptos y que en nuestros días se puede decir que una parte
mayoritaria de nuestro país rinde culto al igual que los africanos y los descendientes de
aquellos y a todos los dioses adorados por ellos.
No es posible negar, pese a todos los detractores de este culto, que basan sus criterios
en los datos que ellos obtienen de forma imprecisa y superficial de los secretos y
fundamentos de estos ritos africanos, subestimando a estos esclavos y sus
descendientes por su carencia de cultura y educación al estilo occidental. Sin tener en
cuenta que cada pueblo tiene su propia cultura y educación y que por no estar acorde
con la nuestra los juzgamos como pueblos inferiores, siendo lo contrario ya que ellos en
su país de origen tenían su cultura y superioridad sobre sus coterráneos. Sabiduría esta
que les daban sus dioses; pese a todo eso la gran mayoría del pueblo de Cuba adora a
estos dioses africanos comparándolos con los dioses de la religión Católica, impuesta en
el país por los colonizadores españoles que gobernaban la isla.